HASTA EL 28 MAYO, 2023
La Colección Masaveu, formada por el interés coleccionista de varias generaciones de esta destacada familia de la burguesía primero comercial y después industrial y financiera, es una de las más importantes de España por su calidad y número de obras. En la actualidad continúa creciendo gracias a la actividad desarrollada en los últimos años por la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, fundada en 2006 y dedicada a la promoción del arte y la cultura. Con la apertura de su sede en Madrid, un edificio histórico reformado al efecto, presentó una selección de 117 obras de uno de los núcleos más interesantes de sus amplias y variadas colecciones, el de la pintura española del siglo XIX. Durante el cierre por la pandemia de covid-19 se ha continuado incrementando la colección de la Fundación y, tras un trabajo de restauración y enmarcado, se agregan ahora nuevas obras a ese conjunto hasta las casi 130, que completan y enriquecen la representación de los artistas españoles más notables de la época.
El recorrido, que arranca en el periodo ilustrado y se extiende hasta el modernismo y el postmodernismo catalán, permite advertir la riqueza y variedad de las obras seleccionadas y conocer la evolución que tuvo lugar en el arte durante aquel periodo. La muestra se inicia con significativas obras de Mariano Salvador Maella, Francisco de Goya y Agustín Esteve, muy expresivas del arte de la Ilustración. Cuatro pinturas de Vicente López evidencian su evolución desde las referencias al barroco tardío de su formación hasta las obras con tintes románticos de su última fase. El Neoclasicismo está representado por cuadros de Zacarías González Velázquez, Francisco Lacoma y Juan Antonio Ribera, su más destacado pintor. El Romanticismo aparece en sus focos principales, Sevilla y Madrid. En el primero, los retratos de Antonio María Esquivel y de su hijo Carlos María y los cuatro paisajes de Manuel Barrón ponen de manifiesto la calidad que alcanzaron ambos géneros entre los artistas sevillanos. Los madrileños también destacaron en el retrato, como aquí se muestra en las tres obras de juventud y de la primera madurez de su máximo exponente, Federico de Madrazo. Junto a él, la vena goyesca vinculada a los cartones para tapices del pintor aragonés por un lado y a las escenas de guerra y de violencia por otro, se plasma excelentemente en los cuadros de Eugenio Lucas Velázquez. Los tipos populares de Genaro Pérez Villaamil y de Dionisio Fierros revelan el interés que existió por las escenas de costumbres al principio y al final del Romanticismo, cuando este enlaza ya con el realismo.
El siguiente conjunto de la exposición concentra las numerosas corrientes surgidas en el último tercio del siglo. En él tuvo aún cabida el género histórico, en el que destacaron Ignacio León y Escosura y Francisco Domingo, con propuestas que miraban al mercado internacional. Pero enseguida triunfó el realismo a través de una figura clave, Eduardo Rosales, presente con dos obras de género innovadoras en el panorama español. Las pinturas de dos artistas franceses fascinados por España, Gustave Doré y Carolus-Duran, la de este en colaboración con Matías Moreno, revelan una visión también realista en sus temas españoles. El paisaje fue el verdadero cauce de renovación tanto en la vertiente realista, a través de Carlos de Haes y Agustín Riancho, como en la búsqueda de la luz y el color iniciada por Martín Rico y Mariano Fortuny y que siguió en algunas obras Luis Álvarez Catalá. Ya en el ámbito naturalista destacaron Aureliano de Beruete, Eliseo Meifrén y José Moreno Carbonero entre otros. A partir del final del siglo las costumbres atrajeron la atención de los pintores, unos influidos por la tradición realista española del Siglo de Oro, como Luis Menéndez Pidal; otros, como los hermanos José y Luis Jiménez Aranda, por la obra naturalista de Jules Bastien-Lepage; y algunos más, como José Villegas, Dionisio Baixeras y Fernando Álvarez de Sotomayor, por el deseo de plasmar una representación desenfadada y brillante de la burguesía, a veces mediante motivos relacionados con el ocio o, como en el caso de Raimundo de Madrazo, a través de retratos.
El corazón de la colección y siguiente núcleo de la muestra lo conforman algunas de las numerosas pinturas de Joaquín Sorolla que alberga la Colección Masaveu. Precisamente esa diversidad ha permitido que se haya podido seleccionar un nutrido grupo de obras de primer orden que muestran casi todos los ámbitos de creación del pintor valenciano, figura máxima del arte español de su tiempo y el que mayor reconocimiento internacional obtuvo de entre los artistas de su generación.
Pero también está muy bien representada la renovación que siguió, como reacción, al triunfo de Sorolla, a través de las obras de Darío de Regoyos (que recorren su completa trayectoria, hasta la última pintada por el artista), Francisco Iturrino, Ignacio Zuloaga, Julio Romero de Torres, Evaristo Valle, Ramón Zubiaurre y Juan de Echevarría. Esa vertiente renovadora, que destacó especialmente en el ámbito catalán, tiene un notable protagonismo dentro de la exposición. Así, el modernismo está encarnado en las figuras de Santiago Rusiñol, con cuatro pinturas representativas de todas sus épocas, Ramón Casas, con tres, y Hermen Anglada-Camarasa, con diez, lo que le convierte en el segundo artista con mayor número de obras en la colección. Estas son de su mejor periodo, la primera década del siglo, a salvo de dos ejemplos relevantes de los años veinte y treinta. La exposición concluye con varias pinturas destacadas del postmodernismo catalán: cuatro extraordinarias aproximaciones a los motivos de gitanas fechadas entre 1901 y 1909 de Isidro Nonell y sendos paisajes de Joaquín Mir y Joaquín Sunyer, este en Céret, próximo a Cézanne.
La Fundación María Cristina Masaveu Peterson muestra a través de estas obras de la Colección Masaveu su voluntad por difundir el arte español del siglo XIX. Recuperadas en muchos casos de colecciones extranjeras, restauradas, enmarcadas y expuestas ahora con el mayor cuidado, sirven al propósito de dar a conocer el gran patrimonio de nuestro país en el periodo fundador de la modernidad a través de la expresión artística en la que más destacó: la pintura.